Párate, es el principio de algo.
En ocasiones nuestro cuerpo nos dice que ha llegado el momento de parar a través de enfermedades o dolores, otras veces hace falta una pandemia para que como sociedad y como individuo, demos un paso atrás y entendamos qué está sucediendo.
No voy a hablar de conspiraciones sobre cómo o quién ha creado este virus, si ha sido accidental o provocado, ni quién se podría beneficiar de esta situación.
Evidentemente para las familias que están perdiendo a seres queridos o que intuyen que su empresa o puesto de trabajo peligra, esta situación será vivida como un drama y es comprensible. Les mando todo mi cariño. De hecho no me atrevo a dirigirme a ellos, si no a todas esas personas que están en sus casas aburridos, saturados de pantallas e información y quejándose.
Hoy quiero hablar de la “suerte” que tenemos como individuos y como sociedad de parar.
Como colectivo estamos hartos de ver cómo diferentes sistemas no funcionan: sistemas políticos, económicos, educativos, sociales… y sin embargo la inercia de la sociedad acelerada en la que vivimos no nos permite plantearnos si ha llegado el momento de crear otras respuestas, otros procesos y sistemas. Si miramos a esta realidad como algo neutro, sin que el miedo nos haga perder el juicio, la realidad es que estando en nuestras casas aislados perdemos la libertad de movernos, pero tenemos la grandísima libertad de pensar, la libertad de decidir qué hacer con este tiempo que nos cae del cielo.
La vida nos regala la oportunidad de parar. Sé precavido, pero apaga el móvil algún rato y regálate este tiempo para ti. (¡Por fin tenemos tiempo!) Pocas veces en la vida tendrás la oportunidad de hacer un parón y ver si por dónde vas es por donde quieres ir. Es el momento de coger papel y boli y pensar en tus sueños, pero también en tus relaciones, en tu economía, en tus emociones… en cómo te está yendo en los diferentes aspectos de tu vida. Es solo para tí, así que no tienes por qué mentirte. Aprovechar este tiempo para coger el timón y cambiar el rumbo es una suerte incalculable.
Entiendo el pánico al pensar que podamos perder nuestro negocio o nuestro puesto de trabajo. Entiendo la incertidumbre a que las cosas cambien en una dirección desconocida, sobre todo si creíamos que la sociedad era estática, que los trabajos que existían hasta ahora también existirían en el futuro. Entiendo la tranquilidad que pueda dar pensar que las cosas en el día de mañana fueran a ser lo que conocemos ahora. Sin embargo, y bajo mi punto de vista, ha llegado el momento de asumir que el mundo está cambiando, que las profesiones, como las conocemos hoy en día, van a ir desapareciendo para dar lugar a un mundo de individuos especializados en tareas más específicas, según sus talentos y habilidades. Creo que el día en el que nos movamos hacia realizar actividades profesionales que nos permitan desarrollar nuestras capacidades y pasiones solucionando una necesidad, ese día, no pensaremos en contratos fijos o en opositar por el mero hecho de un sueldo “seguro”. No hará falta porque solucionar problemas es crear riqueza.
A las personas que ven ahora mismo el futuro con terror, les pido que vean la oportunidad que tenemos. Solo pasará haciendo un cambio de mentalidad que empieza por: parar, apagar el ruido para conocernos, saber qué queremos, cuáles son nuestras herramientas y cómo podemos utilizarlas. Sé que no hemos sido educados para esto, nos han enseñado ejecutar y aplicar conceptos, no a creer en nuestras ideas y a llevarlas a cabo. Sin embargo ya no hay excusas, en una sociedad hiperconectada donde un virus circula globalmente, más aún lo hace la información y la formación. No echemos balones fuera. Somos responsables de nuestras elecciones de vida y de la visión con la que afrontamos los cambios.
De todas las situaciones adversas se puede sacar algo positivo por eso hoy os invito a vosotros y a mí misma a no vivir desde el miedo.
No nos enfoquemos en la enfermedad si no en la oportunidad de parar, que como individuo y como sociedad nos brinda esta crisis.
Esta Krisis tambalea el mundo y te invita a reinventarte. No es el fin del mundo, es el principio de algo.
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